Homenaje a Simon, Allison y Peter Smithson.

El concepto “vacío cargado” como referencia a un espacio, fue acuñado por Peter y Allison Smithson. Es sobre esta idea que gira su extraordinario libro en dos tomos: “The Charged Void, Architecture” y “The Charged Void, Urbanism” (The Monacelli Press, 2005).

Buena parte de mi desarrollo como arquitecto urbanista, y ahora también como escritor, lo debo a este mismo concepto, y de ahí este homenaje y personal agradecimiento al invaluable legado de Peter y Allison Smithson, sin olvidar a Simon, su hijo, éste último mi mentor durante los primeros años de ejercicio profesional en Europa.

En palabras del propio Peter: “Al nombrar a la recopilación de nuestro trabajo El Vacío Cargado, pensamos en la capacidad que tiene la arquitectura para cargar el espacio a su alrededor con una energía que puede unirse con otras energías, influenciar la naturaleza de cosas inexistentes, anticipar hechos…una capacidad que podemos sentir y sobre la que podemos actuar, pero que no necesariamente podemos describir o registrar”. (Peter Smithson 1992)

Incansables críticos del lenguaje impuesto por el Movimiento Moderno desde los años 20´s, los Smithson nunca se conformaron, mantuvieron el espíritu combativo durante más de cuatro décadas hasta el último de sus alientos, desmenuzando las capas de la ciudad en busca de “lo específico”, de aquello que dota un espacio de identidad verdadera y de significado la vida de sus moradores. La imaginación debería estar siempre por delante del sentido común. Sólo de esta manera  se podía aspirar a verdaderas utopías, a esos “otros espacios” en los que la espontaneidad determina el carácter y también el lenguaje del urbanismo y la arquitectura.

Cada vez más distantes del “estado de bienestar” y de sus demoledoras implicaciones políticas, sociales y culturales,  los Smithson consideraban que la gente en las nuevas sociedades se había convertido en un mero objeto de consumo sin poder alguno sobre el devenir de sus ciudades. Así buscaron rescatar, en cada una de sus intervenciones, la responsabilidad y la autonomía que un ciudadano debe tener sobre el espacio público.

Observación, espontaneidad, intuición, imaginación, utopía y significado. Es en el espacio creado por estos límites en movimiento en el que reside la fuerza que me lleva a escribir. Es la emoción que se genera en esa línea fronteriza entre cada “espacio interior” donde encuentro sentido. Es guiado por esta actitud que sin tener del todo claro hacia dónde me dirijo, en cambio sé que es lo que me empuja. Es en estos “vacíos cargados” en los que encuentro algo que decir.

Y por ello sólo me queda agregar: gracias, gracias…..