Tenía poco más de veintidós años el día que, sin querer, empecé a escribir la palabra Amor con mayúscula. Y ni siquiera fui yo quien se dio cuenta, fue mi tía Malena. Mi tío Santos había muerto unos días antes y ella y yo montábamos la exposición póstuma que le hacía la Universidad Nacional Autónoma de México. Ese mismo día, al leer mis últimos “papelillos”, ella entendió que había llegado el momento de que yo conociera el “El Libro Blanco“ de Santos Balmori.

Y allí, entre decenas de manuscritos, había uno claramente marcado por un separador:

“Ama y hacia dónde quiera que voltees encontrarás la verdad”

“Nada Fuera del Silencio” gira en torno a lo que desencadenó en mí ese manuscrito. Así fue aquél día:

El viaje ahora se llenaba de significado.

Mi tía conocía muy bien la situación con Isabel, habíamos convivido mucho durante esos meses. Yo siempre cargaba conmigo mis papelillos. Había agregado algunos pensamientos y, aunque hasta ese momento no los había compartido con nadie que no fuera Isabel, esa tarde se los leí uno a uno a mi tía Malena. Estaban encuadernados con una tela azul engomada que los mantenía unidos y cronológicamente ordenados.

—¿Puedo verlos? —me pidió.

Sin dudarlo le alargué el cuadernillo.

Estuvo unos minutos leyendo en silencio, parecía estar buscando algo. Iba hacia atrás y adelante sin una lógica aparente hasta que de pronto se detuvo poco antes de llegar al final y levantó la mirada con lágrimas en los ojos.

—Me recuerda mucho «el Libro Blanco» de tu tío—dijo antes de una larga pausa—. Pero hay algo que me llama la atención— continuó emocionada—, a partir de un punto dejas de mencionar a Isabel, hablas sólo de tus sentimientos ante lo que te rodea, de los estímulos cotidianos, de la luz, del silencio, de tu soledad, de una fuerza renovada y, curiosamente, a partir de ahí la palabra Amor aparece escrita con mayúscula—me acercó el cuaderno—. Mira, no vuelves a escribir amor con minúscula—dijo entusiasmada mientras me enseñaba uno a uno los últimos papelillos.

Yo claramente no me había dado cuenta y la verdad es que tardaría años en descifrar el verdadero sentido de su emoción……….

Y efectivamente, tuvieron que pasar muchos años hasta el día en que entendí que mi tío había hecho del Amor, entendido como la capacidad de entregarse sin medida a cada instante, una forma de vida.